7 de agosto de 2010

Saturday at nigh

Y nada de planes para salir esta noche. Creo que es un castigo. No malo, mas bien bueno, o mejor dicho un autocastigo.  Los anteriores sábados han sido desmedidos y un poco entreverados, ya sea por el tanto tiempo sin la acompañante de cama o por pura lujuria, debo quedarme en casa esta noche para no caer en nuevas posibles tentaciones.

El sábado pasado, pude experimentar eso que llaman sexo desenfrenado, es gracioso recordarlo y un poco vergonzoso pero no tanto como para arrepentirme. Me encontraba en la Discoteca, drenando el estrés de la semana. Varios amigos y amigas habíamos quedado en encontrarnos ahí. Una nueva chica en el grupo. Bienvenida. Música, tragos, cigarrilos, bailes… tic-tac pasa el tiempo y por algún motivo, esta nueva chica me estaba revisando, creo que buscaba mis cigarrillos, pero comenzó a tocar en zonas erógenas de mi cuerpo provocándome  un extraño y dulce exitamiento, por así decirlo. Sus hormonas aceleradas, o tal vez las famosas feromonas, causaron aceleración en las mías.

Estábamos cerca del baño de la discoteca, y su excusa fue: "Vamos para el baño, que aquí no hay luz”. Yo solo me deje llevar, porque nada me costaba sacar los cigarros de donde los tenia, pero no quería. Una vez en el baño (de ellas por cierto) cerró la puerta con seguro, volteó y vi sus labios venir directamente hacia los míos, junto con su mano directo hacia mi paquete. Fue tanto el fervor y la pasión de su beso, y los movimientos de su mano que causo la erección de mi miembro. Aun con la excusa de buscar mis cigarrillos, se agachó para desabotonar  mi pantalón y correa, sacando casi desesperadamente mi miembro. Lo miró, me miró y sonrío pícaramente para luego llevarlo a su boca y hacerme el sexo oral. Yo disfrutaba su tibia boca y su lengua juguetona "felaciandome", sin preocuparme del mundo (¿Quién lo haría en ese momento?) De pronto desde afuera comenzaron a tocar la puerta. A ella no le importo, y a mi tampoco. Pero cada vez los golpes eran mas fuertes, lo que hacia mas excitante el asunto. Los nervios, la excitación y la necesidad de apagar ese volcán que ella activo  en solo instantes fueron suficientes para ignorar a los de afuera. Ella siguió y siguió. Aproveche y busqué mi preservativo de emergencia. La levanté, bajé su pantalón, no fue fácil pero finalmente logré quitarlos, me coloqué el plastiquito y pude comenzar con el coito. La alcé  y sostuve sus piernas con mis manos, la apoye sobre la pared para ayudarme con el peso. Continuamos y al pasar unos minutos la siento estremecerse, me apretó la espalda con fuerza, tanto que me dejó marcas, y se quedo quieta por un instante. Había llegado al éxtasis. Que bien. Su cara expresaba el clímax en el que estaba y eso me gustó. Ya no tocaban la puerta. Luego me quitó el condón y me hisó acabar con su boca.

Todo terminó como había empezado. Salimos rápido y muy discretamente. Sorpresivamente no había nadie esperándonos con una ley de Moralidad ahí afuera. Aprovechamos y nos escabullimos a donde estábamos.

Solo dijimos a quienes preguntaban que nos perdimos entre tanta gente por eso tardamos para llegar, que estábamos bailando, que estábamos buscando trago, excusas, excusas, excusas.

Todo normal y yo mas relajado que nunca. Lamentablemente, se acabo la madrugada, la rumba y el juego de miradas que quedó después de salir del WC y ella tuvo que irse con su novio. Si, su novio.

Por eso, este autocastigo. Pero el otro fin de semana me desquito. O me consigo una novia mientras llega.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esto es una historia real? de verdad te ocurrio esto?

Unknown dijo...

Sip, es un hecho de la vida real.. con un par de detalles que me ahorré.. pero muy real.. =)