5 de enero de 2010

Androide sexual


La meta principal de la tecnologia es ayudar y facillitarle el trabajo al ser humano, y esta vez se las han ingeniado para no solo darle ayuda sino también placer.

 Dos especialistas en robótica, David Lévy y Henrik Christensen, se han ganado de hecho cierta celebridad al anunciar en reuniones científicas que 'la gente tendrá relaciones sexuales con los robots dentro de cinco años', informa publico.es.

    En eso están varias empresas europeas, estadounidenses y asiáticas que ultiman los detalles a los futuros robots domésticos de entretenimiento y de compañía, que podrán disponer de funciones de 'acompañamiento sexual', algunos de los cuales han sido presentados recientemente en una exposición en París.

     Se trata de un mercado que muchos ven enorme para los próximos cinco años. Según el anuario 2009 del World Robotics de Frankfurt, entre 2009 y 2012 se venderán unos 12 millones de robots de compañía, por valor de unos 3.000 millones de dólares. Corea del Sur, por ejemplo, tiene ya un programa gubernamental y privado en marcha para dotar a cada hogar, antes de 2014, con un robot de compañía.

           Estos “acompañantes eróticos” del futuro serán capaces de moverse, besar, gemir e incluso sentir. Una muñeca japonesa dispondría de articulaciones como para adoptar casi 50 posiciones.

     Japón es el primer país en adoptar este acompañante sexual, facilitando su venta en el pais, y algunos casos el alquier por parte de algunos empresarios para ser usadas como prostitutas. Son, por ejemplo, las Honeydolls de la firma japonesa Axis, que se jacta de disponer de un robot capaz de besar, de gemir de placer cuando se le acaricia el pezón, y que dispondría de 'grados de libertad' (articulaciones) suficientes para adoptar casi cincuenta posiciones de coito. En realidad, esa Honeydoll es de momento sólo una muñeca ultraperfeccionada, con alguna capacidad de interacción humana gracias a los primeros retazos de inteligencia artificial.

     Ciertos laboratorios se orientan hacia un robot de compañía que, entre muchas otras funciones, sería un juguete sexual hipersofisticado. Con su inteligencia y autonomía, podría cosquillear zonas erógenas, pronunciar frases que exciten al humano y, poco a poco, sería capaz incluso de aprender lo que a su dueño le gusta y lo que no. Pero no tendría apariencia humana, por razones de tipo psicológico y psicoanalítico.

    Así, según la psicóloga mexicana Tania Bistrain García, este tipo de relaciones, que actualmente se considerarían como una parafilia, podrían implementarse como método de terapia en aquellas personas que suelen tener dificultad en entablar relaciones con el sexo opuesto o simplemente no han tenido la oportunidad de experimentar el coito.

      Y en espera de que el futuro nos alcance, cabe preguntarse ¿Qué tanto podrá la ciencia imitar a la realidad? Yo al menos no experimentaría eso, ¿y tú…?

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